Son las 6 de la tarde y empiezas a tener hambre. Te acuerdas que tienes en la cocina una caja de galletas con chispas de chocolate. También te viene a la cabeza esos nugetts congelados que tienes en el refrigerador y ese helado napolitano.
Empiezas a pensar en ello y, al poco tiempo, corres a la cocina a comer como si fuese la última vez. Cuando acabas con las galletas y un par de nugetts, te acuerdas que tienes jarabe de chocolate que le puedes poner al helado.
“¿Qué más dará?” piensas. “Ya que me he comido todo esto… mañana empiezo la dieta de nuevo”.
¿Te suena la situación?
¿Qué hacer?
Ahora lo que quiero que hagas es lo siguiente. Quiero que, en esos momentos, “salgas de tu cuerpo”. No me estoy poniendo místico, solo quiero que, en vez de ver esa situación en primera persona, lo hagas como si estuvieses en la otra punta de la cocina, es decir, como si te estuvieses viendo a ti mismo … como si fuese una película
¿Qué es lo que estás viendo? Yo te lo voy a decir: estás viendo a una persona comportándose como un auténtico animal, dejándose llevar por sus instintos primarios, comiendo como una hiena. ¿No lo ves un poco ridículo?
Es mas, ahora piensa que el que te esta mirando comer es el chico que te gusta, imagina lo que debe pensar, el asco que le das
Y, en realidad, ¿no lo ves tamién como un mal menor que puede solucionarse? O, más que solucionarse, lo que se puede es evitar, justamente haciendo esto, viéndose en tercera persona.
Intenta utilizar este truco psicológico para evitar los atracones de comida.
Me conformo con que, la próxima vez que te pase algo así, te venga a la cabeza este post. Seguro que vas a poder afrontar esos momentos de otra forma, y verás que, en el fondo, disfrutas infinitamente más comiendo lo que debes comer que hartándote a comer cosas prohibidas
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